Reflexiones sobre el concepto «De diseño»
En nuestra sociedad existe un imaginario que asocia al diseño a las manifestaciones de lo no convencional, lo novedoso, lo diferente, llamativo y particular. Tal noción sólo detecta al diseño en aquellas manifestaciones más estridentes.
Por otro lado y no necesariamente de forma contrapuesta, están las nociones que vinculan al diseño con las estéticas socialmente codificadas y legitimadas dentro del ámbito profesional del diseño, sean las estéticas “actualizadas” o las vinculadas a ciertas y muy parciales trayectorias históricas.
Ambas aproximaciones resultan limitadas y limitantes. Por un lado, porque dejan fuera la presencia del diseño en prácticas y objetos cotidianos que, sin pretender lo espectacular, cumplen un papel central en la vida social. Por otro, porque tienden a reforzar un círculo cerrado en el que la disciplina se valida a sí misma a través de estéticas hegemónicas, dificultando el reconocimiento de otras formas de proyectar. En cualquiera de los dos casos, el diseño queda reducido a un criterio superficial de reconocimiento, perdiendo de vista su alcance como práctica cultural y social.
Construir una verdadera cultura del diseño exige ir más allá de esos imaginarios. Requiere no adherirse a expresiones, modas o corrientes de forma acrítica sino asumirse como un campo cultural que participa activamente en la manera en que habitamos y nos relacionamos, un campo de pensamiento y acción capaz de interpelar el presente y proyectar futuros. Implica abrir espacio a la reflexión sobre qué mundos habilita y sostiene cada decisión proyectual y reconocer en el diseño una herramienta para la transformación, con la posibilidad de configurar relaciones distintas entre las personas y sus entornos.
En este sentido, lo “de diseño” debe resignificarse, y desplazar su atención de lo espectacular y lo exclusivo y establecerse como un modo de definir aquello que aporta sentido, que amplía posibilidades y que propone alternativas, orientado a la transformación hacia formas de vivir comprometidas con el presente y el futuro.