El diseño como motor de cambio

Las cosas no volverán a ser iguales. Nuestro mundo cambia rápidamente, hoy, acelerado e intensificado por los problemas nacionales y mundiales que debemos abordar con urgencia. En este contexto, la necesidad de encontrar nuevas soluciones es crítica.

Enfrentamos un momento de grandes incertidumbres y una latente necesidad de cambio. Es el cambio nuestro camino de salida. Estamos frente a una serie de crisis que requieren de nuevas estrategias, no es posible seguir afrontando el futuro de la forma que lo hacíamos en el pasado, debemos hacer más que simplemente una mejor versión de lo que ya existe, sino construir una nueva realidad.

Atendiendo estas ideas surgen una serie de preguntas: 

¿Puede esta crisis ser un punto de inflexión para la humanidad, con efectos duraderos y beneficiosos? ¿Podemos cambiar los sistemas para bien? ¿Podemos unir a las personas de nuevas maneras? ¿Podemos reiniciar nuestra relación con el medio ambiente?

En este contexto ¿cómo vemos al diseño? ¿qué papel tiene?

Cada vez más se hace imperioso madurar nuestras visiones sobre el diseño y trascender las ideas del diseño como un dispositivo de estilo estereotipado, para comprender la disciplina como un agente de cambio increíblemente dinámico, con el potencial de influir en nuestras vidas a varios niveles y de muchas formas diferentes. Visualizar al diseño como actividad subyacente a todas las manifestaciones materiales y mentales que empleamos para el bienestar y desarrollo humano.

Cuando hablamos de diseño implícitamente hablamos de crear valor a partir de una serie de necesidades detectadas. Estas necesidades buscan respuesta con soluciones que van desde productos, hasta sistemas. Bien entendido el diseño es una herramienta que ayuda a abordar los desafíos económicos, sociales y ambientales a los cuales nos afrontamos. Actúa como un agente de cambio, colaborando en entender y darle sentido a nuestra realidad y contexto para transformarlo.

Cómo disciplina centrada en las personas y orientada a la solución de problemas, mediante el pensamiento creativo, el diseño comprende la raíz del problema en su contexto más amplio, por lo que se direcciona a abordar la causa y no solamente el síntoma.

En las últimas semanas hemos visto incontables iniciativas direccionadas a los problemas más urgentes. Grupos de personas que se unen en el desarrollo de soluciones vinculadas a las urgencias mas notables, el abastecimiento de material médico, la confección de material de protección, hasta la creación de diferentes sistemas de atención a los sectores más vulnerables. El diseño tiene un papel en el desarrollo de estas iniciativas que tratan la urgencia y puede aportar miradas integradoras ante estos temas.

Pero existe también una multiplicidad de dimensiones donde el diseño puede y debe actuar. Espacios que trascienden las primeras miradas de la urgencia y que se direccionan en la construcción de esa nueva realidad. No solamente ese esperado día después, sino el camino al mismo y por consiguiente a una nueva realidad.

El diseño debe tener un papel en la generación de nuevas políticas públicas, nuevas formas de convivencia y comunicación, nuevas formas de consumo y producción que operarán en nuestro futuro y moldearán nuestra vida diaria.